Miguel Palacios Zambrano: “Lo maravilloso de la danza es que está mucho más viva”

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El guayaquileño, Miguel Palacios Zambrano, se desempeña como actor, bailarín, docente, dramaturgo y tiene un título universitario en Creación Teatral de la Universidad de las Artes. Ha trabajado como actor y bailarín independiente con representantes del teatro y la danza local como Omar Aguirre y Arístides Vargas en Corporación Zona Escena, Daemon Artes Escénicas y En Avant. Además, ha colaborado con artistas de otros campos, entre ellos está la ilustradora Lola Duchamp y el grupo musical Persé. Quedó en primer lugar en el concurso de dramaturgia por la Asociación Nacional de Artes Escénicas 2020, con su texto “Toda la belleza de este mundo”.

Palacios recuerda que, desde la escuela, por las actividades extracurriculares, tuvo que buscar un programa en el que se sintiera cómodo, es por eso que se involucró en diferentes ocupaciones como el vóley y el ajedrez. Sin embargo, no sintió conexión con ninguna, hasta que llegó al teatro. Fue ahí donde se sintió cómodo, era un espacio en el que podía fluir, jugar, expresarse y crear. Cuando era niño jugaba solo, creaba historias, las actuaba y a veces las dibujaba, al encontrar el teatro descubrí un espacio para poder hacer todo eso con más personas y frente a un público, recuerda.

El artista nos explica que para él lo apasionante de las artes escénicas está en el compartir. Arístides Vargas solía decir que cuando vemos una obra de teatro somos muchas personas viviendo un mismo sueño en ese momento. Tanto en el teatro como en la danza, el autor siempre tiene en cuenta la presencia de otra persona. De modo que, lo especial de este arte es la vívida experiencia de estar frente a alguien compartiendo un momento en los azares de la vida.

El proceso creativo del artista está relacionado con la observación, es decir, sus ideas pueden surgir a partir de una imagen, una pregunta o de la experiencia. Por lo general, Palacios deja fluir el proceso para ver cómo se desenvuelve todo y hacia dónde llega. Uno nunca sabe cuál va a ser el resultado de su obra, alude. Del mismo modo, explica que en el teatro es necesario empatizar y conectar con el personaje a interpretar. Pero, en la danza, su proceso es más libre y suele trabajar desde la improvisación. La danza, de alguna forma, está mucho más viva y por lo general parte de una urgencia física en la que se quiere indagar los sentimientos y sensaciones. Sin embargo, estas manifestaciones artísticas se relacionan entre sí porque se puede abordar a la danza desde principios dramatúrgicos.

“Lo maravilloso del fenómeno de la danza es que, en su inutilidad práctica, nos hace ser conscientes de qué estamos vivos en un universo donde todo cae por inercia”. 

Miguel Palacios

La obra “Temporada de Mosquitos” dirigida por Cristina Baquerizo, surge del anhelo de buscar en el ambiente lo que relaciona al ser humano como la violencia, el contacto, la jerarquía, lo cual es algo que nos rodea en la realidad. Palacios junto a David Albarracín y Angela Maldonado fueron trabajando en varios ejercicios, improvisando para crear las escenas. La directora ayudó en el proceso final de la obra agregando, organizando, eliminando y acelerando escenas. Después de eso, la obra fue musicalizada por Grecia Albán.

Este proyecto tiene el uso de objetos e imágenes que ayudan a interpretar la relación de los cuerpos de manera violenta, son cuadros históricos que retratan asesinatos, torturas y contactos eróticos; las imágenes están presentes a lo largo de la obra. Ahora bien, el uso del mosquito como algo que incomoda y que es muy fácil de matar, invoca la metáfora de que en la sociedad siempre va a existir alguien más grande y más fuerte que querrá, de alguna forma, estar por encima de los demás. En otras palabras, la coreografía muestra en sus escenas acciones generadas con el cuerpo de los bailarines que representan como es la realidad de la sociedad.

“Hay alguien mucho más grande y mucho más fuerte que tú, que te va a querer aplastar”.

Miguel Palacios sobre «Temporada de mosquitos» 

Palacios le ha tomado mucho cariño a cada una de las obras en las que ha participado, por ejemplo, nos comenta que tuvo una particular conexión con el personaje y el lenguaje de la obra “Los productores” en Arrastra Teatro.  Es una de las obras que más ha interpretado, se caracteriza por ser dinámica, tiene muchos movimientos y juegos, además, la utilización de objetos era mínima para encontrar todas sus posibilidades escénicas. 

Del mismo modo, está “Observadores nocturnos”, una obra en la que se enfrentó a un gran reto. El director Jorge Parra lo llevó a un nuevo nivel, la caracterización consistió en un vestuario mínimo acompañado de un body paint. Todo el proyecto fue producido luego de un proceso de investigación corporal en torno a animales sagrados de la cultura prehispánica.

También, le tiene aprecio a la obra “Pluma y tempestad” dirigida por Arístides Vargas. Cada presentación fue un reto físico porque el personaje que interpretó se caracterizaba por estar al límite, tenía mucho movimiento y demasiada carga emocional. Y, por último, comenta sobre “Erodita”, proyecto que fue dirigido por Omar Aguirre junto con su compañero de escena David Albarracín. Había juego y diversión, entendí muchas cosas de la danza que, de alguna manera, este proyecto quedó impregnado en mí, menciona. Palacios fue parte del cortometraje llamado “Nuestra madre” junto a Carlos Saltos. Alega que actoralmente fue un reto, ya que, era un drama y, por lo general, está acostumbrado a un lenguaje abstracto con la danza y el teatro contemporáneo. No obstante, el resultado le gustó y actualmente es parte de un nuevo proyecto cinematográfico junto al mismo director.

 

 

En relación con el tema de su trayectoria artística, nos dice que el principal reto al que se enfrentan los artistas escénicos es el de llegar al público. Según nos comenta Palacios, en el país es difícil llegar a una función número 15, al menos que se haga microteatro. En Ecuador hay buenos actores, buenas actrices y buenas propuestas escénicas, pero se ven opacadas y olvidadas, asegura. El arte escénico está vivo y es efímero, de ahí que no vuelva a suceder, es por eso que le gusta valorar mucho las obras que va a ver y que quedan impregnadas en él, porque es un momento único que no se va a repetir. Es un tema muy complejo para la industria, pero tengo la esperanza de que las cosas van a mejorar.

Sin duda alguna, la presencia es el factor determinante para que una persona pueda desarrollarse en las artes escénicas. Es decir, el ver a un artista disfrutando del momento, dándolo todo como si no hubiera mañana y que dejé todo en el escenario, es algo particular y diferente. Por eso, le fue muy significativo sus estudios en la actuación, donde entrenó la capacidad de entrar en diferentes estados físicos y emocionales sin perder el control.

Disfruto mucho de ver a un bailarín dándolo todo, la presencia lleva a que el artista sea más transparente, vulnerable y abierto a lo que está pasando. Además, entre sus referentes artísticos está el grupo Malayerba y la dramaturgia de Arístides Vargas y Peky Andino. Arístides es un genio y hay mucho que aprender de él. También está SARAO, Zona Escena  y el grupo Círculo Artes Escénicas de Quito, que se caracterizan por tener una buena mezcla de locaciones narrativas y el uso del cuerpo.

 

Cómo lo indica Palacios en el Ecuador no existe una sola característica que abarque todo el mundo de las artes escénicas, incluso en un país relativamente pequeño como el nuestro. Sin embargo, identifica que parte de la producción independiente del arte escénico se caracteriza por mostrar un enfoque político-social que responde a nuestro contexto.

Concluyendo, nos cuenta que ha estado trabajando en una adaptación de Hamlet que espera terminar pronto. Es un proyecto que se ha visto rezagado por su participación en diferentes actividades, pero que quiere retomar y terminar. Asimismo, tiene en mente trabajar en solitario con un monólogo, es algo que solo está en ideas y está relacionada con el hogar, los principios del lenguaje en la infancia y el afecto. Por último, actualmente está trabajando en la compañía de danza en la ciudad de Quito.

 

 

Editado por: Coraima Posligua

 

 

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Mario Suárez: “Creo que un artista nace para la inmortalidad”

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Mario Suárez Cabrera nació en Piñas en la provincia de El Oro en 1976. Es actor, bailarín y coreógrafo, ha trabajado en “Sandunga”, “Mía Bonita”, “Perencejo”, “Mucho Lote”, etc. Estudió la carrera de creación teatral en la Universidad de las Artes en Guayaquil y fue parte de la obra teatral “Antígona” en Sarao. Actualmente, es parte de la Corporación Zona Escena y realiza indagaciones sobre el teatro, las formas de teatralidad y las formas de construcción de personajes.

Su primera inclinación al arte escénico se evidenció cuando estaba en el primer grado de escuela, en la hora social preguntaron si alguien quería cantar y él alzó la mano. Suárez tenía 6 años en ese entonces y fue la primera de muchas participaciones. Lo único que sabía era una canción religiosa que me había enseñado mi abuela, me subieron a un banquito y canté. Siempre fue así, no conocí otra vida que no fuera la de estar presentando algo. Sin embargo, en el transcurso de su adolescencia se preparó para ser parte de la vida religiosa, hasta que se dio cuenta de que estaba yendo por un camino muy diferente de lo que realmente quería para su vida. Fue una decepción muy grande para mi familia, las personas del pueblo y para todos mis amigos, porque creían que tenía vocación para la vida religiosa. Pero yo quería ir por lo que había sido mi sueño. 

En 2004, Mario Suárez se mudó a Guayaquil para estudiar teatro, danza y música. Fue un camino en el que dejó todo y perdió muchas cosas en el trayecto. No es un juego o un hobby, para mí esto es muy importante. En un primer momento, el teatro fue para él una forma de comunicarse con el público, Suárez considera que es una persona tímida en diferentes aspectos y el teatro lo ayudó a expresarse y lograr un estatus. Luego, encontró el camino de la comedia y de ahí aprendió a reírse de sí mismo y a exorcizar sus miedos. Es un espacio en el que he logrado dialogar con mi vida de una manera amorosa y de reírme de todo. Eso para mí ha tenido una forma de catarsis muy interesante. 

 

“Si me dicen que no puedo hacer teatro, no creo que tenga sentido vivir.”

Mario Suárez

 

Cada uno de los personajes que Suárez ha interpretado son distintos a él y han ido aportando diferentes aspectos a su vida. Son la energía que lo ha llevado a ver la vida de otra manera. Por ejemplo, menciona que “Mucho Lote”, es una mujer que le ha enseñado el camino del trabajo, pero con la que no comparte ciertos criterios, ya que, en un punto, su personaje se vuelve prepotente. Por otro lado, está “Retrato”, una obra de máscaras que ganó el Festival de Artes al Aire Libre en 2018, que trata sobre la soledad del silencio y la última parte de la vida. Cada personaje es una escuela y me enseñan muchísimo. Cuando uno se sumerge en esa piel, el personaje tiene otra forma de mirar la vida y de pronto, uno lo va adoptando. 

Así como sus personajes moldean parte de su vida, Suárez nos cuenta sobre sus referentes en el arte escénico. Cuando se mudó a la Perla del Pacífico se sintió profundamente inspirado por Lucho Mueckay, tiempo después, se interesó por el trabajo de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez. En cierta ocasión Suárez presenció la obra “Rosa Mexicano” de Regina Orozco y desde ahí decidió dedicarse al cabaret político, es por eso que, en sus trabajos, se puede ver referencias sobre esta temática. El actor de 46 años nos menciona lo importante que es esforzarse en la puesta en escena. Creo que un artista nace para la inmortalidad. Considero que una forma de inmortalizarse es haciendo un espectáculo de calidad.

Es por eso, que Suárez recomienda nunca dejar de lado la dedicación y el esfuerzo diario para desarrollar este arte, ya que solo de ese modo se puede compartir con el público obras que sean impresionantes. Como él lo menciona, se nota cuando el artista está entregado a su trabajo, indistintamente de cuál sea, pero para esto hay que estar comprometido con lo que se está haciendo y tener un profundo respeto por el público. También, comenta lo relevante que es salir a buscar las oportunidades por uno mismo y dejar de lado la queja o el victimismo. El actor de «Mía Bonita» a lo largo de su vida ha aprendido a autogestionar y a no quedarse de brazos cruzados ante ninguna situación. Para poder estar en cualquiera de las disciplinas de arte hay que lanzarse con todo y hacerlo de una manera feliz. No tengo reparo de actuar en una esquina, de hacer microteatro o de presentarme en grandes producciones porque vivo de esto. 

 

“Si eliges el teatro, siempre tienes que buscarlo porque es como tu primer amor, es lo que le da razón de ser a tu vida, es lo que te hace sentir vivo.”

Mario Suárez 

 

La inspiración de Suárez no tiene límites, esta puede ser a través de una canción, noticia, libros, un color o incluso de situaciones más simples como ir por la calle. De pronto llega, se desencadena y si no lo frenas escribes mucho, luego tan solo queda tomar aquello que podría funcionar. Así me pasa con todo. Nos explicó que la idea del teléfono rojo en su personaje de “Mucho Lote” surgió cuando se encontraba en una reunión y se fijó en el color del teléfono que había ahí. Busqué en internet sobre ese objeto y encontré que existía una historia sobre la guerra fría, decidí que mi personaje necesitaría un teléfono rojo en su mesa para poder recibir llamadas.

Suárez es parte de Corporación Zona Escena, un espacio dedicado a la formación del arte escénico que se maneja bajo un laboratorio de creación. La difusión del arte se realiza mediante dos festivales, uno de danza y uno de teatro. Me parece que la corporación ha sostenido de alguna manera la cultura en la ciudad y ahora la municipalidad nos ha dado una casa para convertirla en un teatro. Según Suárez, la organización es un lugar apto para bailarines, actores, cineastas y para todos los artistas que quieran ir, porque es una sala multiusos.

Entre sus proyectos actuales se encuentra desarrollando el espectáculo para la inauguración del teatro, la cual la tienen prevista para fin de año. Se trata de una obra que se llama «Cabaret de 1900» con la que pretende devolverle a la ciudad un poco de la historia de aquella época. También, de forma individual está ejecutando una obra de máscaras que se relaciona a la soledad en el encierro de la pandemia. Y, como un proyecto a futuro, quiere entrenar las emociones en un laboratorio abierto con actores o con aquellos que quieran aprender a gestionar lo que sienten para liberar tensiones. Desconocemos los estados emocionales, estos sirven para el teatro y para la vida, así que estoy elaborando todo un proceso de un texto para estudiarlo con gente que quiera ir a practicar sus emociones.

Fotografías en artículo cortesía de Mario Suarez.

Créditos Fotográficos: Ricardo Luna @ricardo__luna__ Javier Paz @jpazfoto  Juan Carlos Castro @mutantecastro

 

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