Diana Zavala: “Mucho le debo a Pedro Gil”

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Diana Zavala, nació en Jipijapa, en 1983. La autora desarrolló su amor por la literatura en su infancia, aunque ni casa ni en el pueblo existían bibliotecas. “Cada noche mamá me contaba historias, algunas eran de la tradición oral manabita, otras provenían de los libros que ella leyó cuando fue niñera, los había memorizado”. El gusto por el acto de contar la llevó a la escritura cuando en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Uleam) ingresó al taller literario Soledumbre.

En Soledumbre, Diana encontró a un maestro. Mucho le debo a Pedro Gil, nos entregó con generosidad y rigor herramientas para que cada uno labre su camino sin pretender hacer versiones a escala de él. Una serie de ejercicios dieron como resultado relatos que al final se compilaron en un libro al que llamó Carne Tierna y Otros Platos (Mar Abierto, 2011).

Había la idea de llamarlo ‘Manos de Licenciada y Otros Cuentos’, pero me pareció más atractivo el de ‘Carne Tierna y Otros Platos’, ya que quería darle una estética de menú, además, la colección en la que salió se llamó Almuerzo Desnudo”.

Diana Zavala sobre Carne Tierna y Otros Platos.

 

Portada de Carne tierna y otros platos

 

De las primeras lecturas que le impactaron recuerda El Antropófago, de Pablo Palacio, lo halló en un folleto de papel periódico que publicó la Casa de la Cultura Ecuatoriana, hasta ese momento no tenía idea de quién era Palacio, pero tuvo la certeza de que era potente. Diana recuerda que años después, en el taller literario, tuvo una importante guía de lectura, conoció autores de voces diversas, aprendió a ser algo selectiva, aunque el ejercicio de dejarse sorprender por un libro, por un autor, del que nadie le ha hablado es un riesgo que le aporta cierto placer. En la lista de autores a los que siempre vuelve están Clarice Lispector y Juan Rulfo.

Al consultarle sobre la inspiración, ella cree que hay temas que nos superan y que no necesariamente se eligen. Su proceso se basa en la exploración, hay ideas que surgen de su día a día, de la observación, de la escucha, como los temas sobre la intimidad, el cuerpo o la pérdida de la inocencia. No sé qué tanta sea la invención, en mi caso le debo mucho a la libreta, a lo que la gente dice.

Zavala puede llegar a definirse como una buscadora, aunque si le dan a elegir prefiere no hacerlo. Como ella lo explica, siempre estamos en constante cambio y desde esa perspectiva puede resultar complejo formar un concepto sobre su persona. Le gusta experimentar y ahora se encuentra en una etapa en la que si mira a la Diana de hace diez años, le resulta tan otra.

Periodismo, el otro oficio

Zavala tenía 16 años cuando se mudó a Manta para entrar a la universidad. Nos dice que estaba en su último año de Periodismo cuando un profesor la invitó a ella y a un compañero a que fueran ayudantes de cátedra y, también, a efectuar sus prácticas en el diario El Mercurio. Con este compañero propusimos hacer un espacio sobre cultura para el suplemento de los domingos de ese periódico y lo llamamos El Pregonero. Considera que fue un ejercicio periodístico que la ayudó a situarse en lo que le gusta.

Eligió hacer periodismo independiente después de ser parte de redacciones en diario La Hora y Ediasa. Encuentra satisfacción al realizar trabajos independientes por la libertad que hay en el proceso, por el rigor que solo es posible cuando no se tiene que entregar varios textos en un día. Eso sí, aclara que a la hora de cobrar es muy difícil sostenerse del freelance, muchas veces se invierte energía, tiempo y dinero en textos que no llegan a publicarse o que ven la luz hasta un año después. Ha colaborado con Mundo Hispano, El Público (España), SoHo Ecuador, Mundo Diners, Cultura en Renglones. Algunos de sus trabajos pueden leerse en su blog El verbo Crea.

Sobre cómo se relacionan ambos oficios, Diana cuenta que en una ocasión escribió, para un concurso, una crónica sobre abuso sexual de menores; el texto no alcanzó ningún premio, para cuando se dieron los resultados varios datos estaban desactualizados y el clima en los medios era poco favorable para publicar investigaciones que denuncien atrocidades. Como no podía cerrar el capítulo, escribió un cuento al que llamó La hora de las arañas, este cierra la antología de narradoras Señorita Satán, publicación de El Conejo.

 

Difusión de la Literatura

Acerca de la difusión de la literatura en el país, Zavala menciona proyectos novedosos como FLACSO Literaria, una iniciativa de lectura de cuentos y fragmentos de novelas de 21 destacados escritores y escritoras, quienes leen sus obras, constituyéndose esto en un valioso registro. También habló de Mujeres al oído, realizado por la escritora y poeta Valeria Guzmán. En una primera parte se llevó al podcast una selección de cuentos de autoras ecuatorianas y en una segunda etapa se incluyó a poetas. De Zavala se incluyó Manos de Licenciada, uno de los cuentos que trabajó en el tiempo en que integró el taller en la ULEAM. Este y todos los cuentos de Mujeres al Oído están a disposición en Spotify, Apple y Youtube. Recientemente, el Centro de Publicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador publicó una antología que reúne cuentos de las participantes de Mujeres al oído titulada Voces que cuentan (2023).

Zavala cuenta que, en Manabí, junto a otros autores, hace más de diez años se empezó un trabajo para difundir la Literatura, para sacar la idea de que la poesía es cualquier cosa risible que rima. En tertulias, fiestas literarias, con micrófono abierto, se propicia un intercambio entre autores y público. Los clubes de lectura también son importantes. “Es inaudito que en Manta para muchos Hugo Mayo resulte desconocido. Otro grande que partió y la oficialidad no se dio cuenta es Pedro Gil. En su funeral no hubo autoridad alguna”.

Para concluir, nos cuenta que tiene inéditos un poemario, un libro para niños, en reposo una obra de teatro y en proyecto reunir sus cuentos que “como ovejas mochileras” andan en varias antologías: Nunca se sabe; Despertar de la Hydra; Señorita Satán; Cicatrices del Demonio; Antología Básica del Cuento Ecuatoriano; Microcuentos de escritores del Ecuador; Insomnio; Voces que cuentan.

 

 

 

Editado por: Coraima Posligua

 

 

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